Dos minutos separaron al equipo gaditano de la clasificación matemática para los anhelados playoffs. Dos minutos que hubiesen significado el paréntesis momentáneo a un sufrimiento continuo. Porque a pesar de que el objetivo esté más que cumplido, nos invade la ilusión y el gusanillo de intentar conseguir ese pasito más.
Dos minutos de un partido que a modo de Dejá vu cada aficionado podría llegar a imaginarlo en su cabeza. “Si no rematamos el resultado, al final nos empatan” Empate que caía como un jarro de agua fría sobre la afición pero que gracias a los resultados que se estaban dando, no parecía estar predestinado a la debacle más absoluta.
Un empate a falta de dos minutos del pitido final, que marcan el devenir de la última jornada del campeonato regular y que ofrece como garantía y como vía más fiable posible la victoria a domicilio en feudo nazarí. Todo lo que no sea sumar los tres puntos se antojaría como una combinación nifernal de rocambolescos resultados y de alineaciones de planetas.
Todo a una carta para el desenlace final, sufrimiento perpetuo, tensión máxima y corazones bombeando a 10.000 revoluciones por minuto Tan solo dos minutos nos han separado de la frenada de la caída capilar, de la pérdida de queratina en las uñas y del envejecimiento prematuro. Achaques comunes ya de sobra conocidos por toda la legión de aficionad@s cadistas.
Dos minutos que fueron suficientes, para demostrar una vez más que el fútbol vuelve a ser injusto con nosotros.