
Mañana míster Mañana se cumplen dos años de tu aterrizaje en esta tierra tan especial y que te ha marcado para siempre. Pero como en la sentencia de Heráclito, “No nos bañamos dos veces en el agua de un mismo río, ni siquiera una vez”. Porque ya no somos lo mismo, míster. Ni el Cádiz, ni su afición, ni siquiera tú.
El Cádiz ha cambiado tanto que sus aspiraciones son más las de volver a la máxima competición del fútbol español, que las de permanecer en la división histórica natural del equipo amarillo. Con una economía, aparentemente más saneada.
Los aficionados hemos cambiado tanto, que nos resulta insuficiente el tránsito de una temporada tranquila y sin sobresaltos por la zona baja de la tabla. Miramos arriba con necesidad, casi con obsesión.
Tú eres el que menos ha cambiado, míster y quizás ese es tu pecado actual. No has sabido transmitir esa valentía a una plantilla para que el equipo pueda llegar a aspirar a algo más. Y por eso, muchos piden tu cabeza. Después de un ascenso, un play off y un actual quinto puesto. La vida y la inercia es así. La gente siempre está por delante de los propósitos de las instituciones y en un club tan pasional como el Cádiz, todo esto se multiplica.
Pero esa filosofía que ya has hecho mítica en el club, y que los más pequeños que vistan el amarillo deben llevarla grabada a fuego, sigue vigente. Porque detrás de esas gafas, esa alopecia y ese porte beato, se esconde un hombre que jamás se rinde. Se esconde un luchador que sólo quiere demostrar que va a caer de pie. Y sobre todo, quiere demostrar, que con él en el Cádiz, la pelea nunca se negoció.