
No nos engañemos. Vamos a sufrir. Para cualquier objetivo, para cualquier empresa. El discurso de Cervera y los jugadores es seguir, seguir y seguir. Como un penitente arrastrando cadenas. Sin saber si sus pecados serán expiados y sin rumbo concreto. El destino lo marca el siguiente paso a golpe de cadena.
Hoy ha habido de todo ante un gran equipo como el Huesca. Hemos podido ganar o perder, pero la penitencia nos ha conducido por la calle de enmedio. Un Cádiz intentando dormir y cansar al rival se ha vuelto a dar de bruces con un gol en contra. Y sólo a partir de ese momento el equipo ha sacado el hambre para marcar.
No siempre funciona la estrategia de Cervera de llegar al minuto setenta con el cero a cero y una buena jugada del Huesca y mal defendida, nos penalizó.
El Cádiz se recompuso y el Huesca se echó atrás ante las acometidas de Salvi y Álvaro García. A los cinco minutos de la segunda parte, el Cádiz rompió el cántaro. Otra vez él. Otra vez el capitán guiando a los suyos y tocando a rebato.
A partir de ese momento, el partido se convirtió en un correcalles en el que pudo ganar cualquiera. Un punto aparentemente insuficiente, pero que sirve al Huesca para recuperar el liderato y al Cádiz para seguir arriba a sólo tres puntos del Huesca.
Próxima parada de penitencia, Vallecas, destino maldito para los amarillos. El penitente sigue adelante sin saber su destino, pero sigue adelante.
¡CÁDIZ, BENDITA PENITENCIA!