
A mi, cadista de cuna, de herencia y de convicción se me ponen los vellos de punta, los pelos como escarpias cuando paseando por nuestra ciudad veo a un niño con la camiseta del Cádiz, es algo que hace hervir mi sangre amarilla, yo que soy un tío tranquilo, muy tranquilo, demasiado tranquilo, pero llevo el amarillo grabado a fuego en lo más profundo de mí. Muchos pensaréis que no es pa tanto, otros compartireis mi sensación, otros serán del Barça o del Madrid, algunos me entenderán y otros no.
Pero han sido muchos años de un largo peregrinar por el desierto de la segunda B, llevando a mis niños al cole y en clase de educación física ellos luciendo su camiseta del Cádiz, y la mayoría de sus compañeros la roja (aprovechando el tirón del mundial y las euro copas), la balugrana o la merengue. A día de hoy me enorgullece verlos a ellos y a muchos, muchísimos de sus compis con la camiseta amarilla correteando por el patio del colegio, jugando en cualquier plazoleta, retando con el 11 de Mágico al niño que viste de Messi o CR7. Para muchos de nosotros es un orgullo ver como nacen peñas en toda España y parte del extranjero (para mi también evidentemente), pero nada comparable a ver a un pequeño de 3 o 4 años, luciendo su equipación del Cádiz por las calles de nuestra ciudad (y localidades vecinas), es ahí cuando mi cadismo de cuna, de herencia, y de convicción, hierve, y es inevitable que una leve sonrisa se cruce con el pequeño cadista…Ese es el camino, sembrar para recoger,…
¡ESE CADI, OÉ!!!!!!!!!!